Concello de Entrimo

Concello de Entrimo

Historia

Leyenda y tradición conforman la historia, poco estudiada y desconocida, de este municipio. Si algo es cierto es que Entrimo tiene mucho que contar, una historia tan dilatada que se remonta a la Prehistoria.
Desconocemos si los primeros pobladores fueron los oestrymnios, expulsados por los saefes, adoradores de serpientes o no, de lo que sí hay referencia es de los restos arqueológicos encontrados.
Se han hallado restos de necrópolis prehistóricas en diferentes puntos del municipio, tales como Pena de Anamán, mámoas y tumbas antropomorfas en San Félix de Galez y en el altiplano de la Sierra de Queguas, donde está situado el dolmen “A casa da Moura”. Se trata de un megalito de finales del Neolítico de gran importancia por sus dimensiones y por ser uno de los mejor conservados de Galicia.
En torno a él surgen leyendas relacionadas con las “mouras”, personajes fantásticos de la cultura mitológica gallega, espíritus mágicos con forma femenina de tez blanca y largo cabello pelirrojo. Además se cree que sus alrededores sirvieron de refugio al bandolero del s. XIX, Tomás das Quingostas, del que se decía que robaba a los ricos para repartir entre los pobres.
La cultura castreña ha dejado también su impronta en nuestros montes, se encontraron restos de castros en diversos lugares de la sierra “do Quinxo” y en el conjunto de Os Castelos ubicado en el “Coto das Ferradas”, parcialmente excavado. Según los datos obtenidos de la intervención arqueológica la ocupación de este monte por los galaicos castreños se daría desde el siglo V a.n.e.
No se dispone de suficiente material para elaborar un perfil histórico de la zona durante las épocas medieval y moderna, pero sí se sabe, según Fernández Gasalla de la existencia de un complicado entramado de derechos jurisdiccionales y económicos. La primera mención documental data del 938, cuando Ilduara, madre de S. Rosendo, donó al monasterio de Celanova posesiones en diversos lugares entre los que se menciona Interimio.
Sin embargo, el dominio jurisdiccional de la parroquia de Santa María, parece haber sido de posesión real, según se determina en un pleito litigado entre el I Conde de Ribadavia y los vecinos de Entrimo en 1502. Vicente Risco también hace referencia a una resolución que puso fin al dominio celanovense, pasando a ser un territorio de realengo, durante la Edad Moderna.
Lo que es seguro es que la riqueza y prosperidad socioeconómica de la zona se hace palpable no sólo en los escritos hallados sobre rentas y diezmos, sino en los restos que aún se pueden apreciar de la época, tales como puentes; los restos de una torre defensiva conocidos como Pía da Moura, también envuelta en leyenda; la casa rectoral; el pazo que hizo construir el párroco D. Antonio Manjón en 1748 en el Casal de Alén, conocido como Casa de Represa y, por supuesto la fantástica Iglesia barroca Santa María A Real de Entrimo, en cuya fachada principal aparecen las armas de Felipe V, hecho que sirvió al citado abad P. Manjón para reclamar judicialmete la jurisdicción de esta feligresía.
De 1608 es la Real Carta de Felipe III, confirmada en 1643 por Felipe IV, por la que los vecinos de Entrimo quedan exentos de cargas militares, salarios y contribuciones. Se concede esta importante exención porque los lugareños se veían obligados a prestar servicio de centinelas y a acudir a la defensa del reino debido a la situación fronteriza y a la existencia de la gran fortaleza de Castro Leboreiro.
La zona fue especialmente conflictiva durante la Guerra de Restauración portuguesa (1640-1668) y durante la Guerra de Sucesión española (1701-1713). Mucho después, durante la Guerra Civil y la posterior dictadura, los montes transfronterizos se hicieron guardianes y testigos de las relaciones de amistad y ayuda que se prestaron los habitantes de ambos lados de la frontera.
Concluir este brevísimo resumen de nuestra historia haciendo mención a la situación actual del rural gallego, el progresivo despoblamiento que hace que sean ahora menos de la mitad los habitantes que aquellos 2760 que contaba el censo de Floridablanca en 1787 en nuestro municipio. Es este un problema que afecta de forma general a todo el rural de la península, y de un modo especial a algunas comunidades autónomas que se hayan más envejecidas. Esta situación ha llevado a muchos municipios, como el nuestro, a poner en marcha planes que fomenten la llegada de gente joven y nuevas familias al medio rural.